Vivo en un mundo extraño. Cada mañana parece una noche, y cada noche, otra noche. Río y amo devotamente, lloro igualmente y amo mucho más.
Supongo que cada cosa contiene su eje, aunque aún no entiendo la forma del eje artístico. Por cada sonrisa, brotan mil lágrimas y llenan una fuente malvada; en el centro, una plaza donde beben los cuervos, sumergidas las calaveras de ellas mismas. Mueren por su propio acto.
Esta vida me dio pánico, amigo loco e irregular, pero al final, nunca nos pasó nada.
Pasear por la vida con los ojos cerrados, vestido de negro, con sombrero y lentes, ¡es tan hermoso! Iluminar los minutos de infarto debe ser tan hermoso.
Vivir sin escuchar el silencio, debe ser tan hermoso.