miércoles, 5 de junio de 2013

Maldita ansiedad.

Todo se sale de cauce, de control. Semanas y semanas tratando de sobrellevar esta enfermedad, y de repente, en una hora, todo se desordena. Imagino cuatro borrachos sacudiendo la baraja de dominó; qué difícil es armar el juego.

Amo mi vida, amo a mi hija, por eso sigo aferrándome a ella. Siento miedo a tantas cosas nuevas: miedo a vivir, a la gente, a los aires, los lugares, el clima, la frustración y la desidia.

Creo que en este momento nadie podría ayudarme; cada uno carga con sus propios problemas.


martes, 21 de mayo de 2013

Cómo imaginar que eres alguien.

Es difícil; nadie es realmente alguien, solo ideas enfermas y en deterioro. Pero, imagina por un momento: si fueras alguien, habitarías donde quisieras, no donde te toca; no trabajarías, ni lucharías, y mucho menos te perderías, porque ya serías alguien.

Si fueras alguien, sabrías la verdad, y eso seguramente te convertiría en la misma maldita idea. ¡Dejarías de ser!

jueves, 18 de octubre de 2012

Mentiras que trascienden

Rara vez llego aquí, y cuando lo hago... algo pasa. Esta vez, pensé que había sucedido, pero no fue así; fue una mentira. Tan falsa como tu eterno sueño; lo vives de noche, pero... solo es un sueño.

Para mí, el amor no es más que una serie de eventos en progresión, con un ánimo pervertido; no dura lo suficiente como para ser cierto. La mitigación de los efectos suele ser tormentosa, extraña; solo para llegar a una cruel conclusión: el amor es una mentira.



viernes, 28 de septiembre de 2012

Bogotá

Una ciudad increíblemente fría, donde los árboles y los baches parecen aliarse. El transporte masivo es insuficiente, inseguro, maltratado e indolente; una urbe violada, plagada de intrusos y visitantes. ¿Quién podría vivir así? Apenas salgo y me siento como un mosco en la leche, como un ciudadano malcriado a merced del mantra "todo es más fácil con Venezuela al lado".

Pero toda esa mierda no me importa, porque precisamente es esa mierda la que conforma su innegable virtud. Es el ambiente del sudaca condensado en una gran nevera, llena de delicias por probar; una ciudad que es más una prueba de vida y de supervivencia cultural. Aquí, los animales decentes y la gente que frunce el ceño desde las 4 de la mañana conviven con el aroma a chocolate, almojabana y buen porro. Es una gran "cemental" llena de magia, colores, eventos y arquitectura tatuada.

Soy feliz en esta puta (literal) ciudad fría.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La ciudad

La piedra, el zapato, los zapatos, la tristeza. El gamín, la princesa, el barro y la pobreza. Sales, entras, ¿cuando sales, realmente entras? El cine, en el centro, una mancha en un espacio muerto. El cartel, la pared; la pared no tiene dueño. Donde todo es de todos, pero no por comunas, sino por fuerza. El amor, la candela, los perros y la indiferencia.

Mi nona

Coautora de tristezas y alegrías.

Tiré las metras al monte

Después de haber comido pollo con papas y yuca al vapor, un día impregné mis calzoncillos de alegría y salí a disfrutar de la sana vagabundería. Con 400 metras en una bolsa, buscaba meter todo en el hoyo, incluso la tristeza crónica de mis días, sin temor a equivocarme. Ese día me encontré con tantas risas, bicicletas y medias deshilachadas. Junto a un árbol de mamón, sin mamones, celebré la victoria de haber ganado en la calle, sumando más metras. Dos horas más tarde, las tiré al monte.